¿Debe un político trabajar su marca personal?

¿Debe un político trabajar su marca personal?

El libro de Daniel Innerarity: “La política en los tiempos de indignación”, una lectura fascinante que os recomiendo, me ha hecho reflexionar sobre el rumbo de la política. Desde el Imperio romano estamos acostumbrados a que nos gobiernen políticos con buena imagen, oratoria y dicción. Y ahora que el descontento con los gobernantes es la norma, esa visión clásica ha dejado de funcionar.

La política «en contra de» se basa en la falta de ideas propias

“Nuestras sociedades están llenas de gente que está «en contra» y escasean los que están «a favor» de algo concreto e identificable.” dice Innerarity en su libro. Para mi, la causa está clara: a los políticos les hacen falta proyectos e ideas. Cuando un político está en campaña electoral, él y sus asesores tiran de su imagen porque le faltan ideas innovadoras y estrategias a largo plazo para cubrir las necesidades de los ciudadanos. Detrás del discurso demagógico de un político así, no existe un proyecto planificado.

No es un secreto que en la política se busca vender y convencer con sonrisas, eslóganes y discursos sin fondo. Esto es un estilo de hacer política en la Marca Personal, comunicación sin contenido. A la larga esto causa el descontento de los ciudadanos, que se ilusionan y se convencen con la imagen, y ésta se esfuma al obtener el puesto.

La era digital obliga a los dirigentes a escuchar

En la era digital tenemos más herramientas para conseguir información y expresar nuestras opiniones. Como dice Peter Diamandis en “Abundancia”, hoy un guerrero masai en Kenia con un smartphone tiene mayor capacidad de comunicación que el presidente de Estados Unidos hace quince años. Podemos contactar directamente al presidente de un gobierno a través de Twitter y darle nuestra opinión, aunque lo más probable es que no la lea él sino su community manager de turno, el canal de comunicación está abierto y podemos hacerle llegar nuestro descontento. Escucharnos o no está en sus manos.

Los políticos deben tener ideas y proyectos. Uno de los deberes de un gobernante hoy en día es escuchar en tiempo real a los ciudadanos, e intentar dar respuestas a sus problemas. Lo que un buen político hace, día a día, con estrategia, propósito, y un buen sistema de comunicación, debe bastar y sobrar para posicionarse. Su posicionamiento personal viene solo, porque viene de sus ideas y sus actos.

El servicio público debe ser un proceso de aprendizaje

Un político debe estar en búsqueda constante de aprendizajes. En un oficio tan noble como el servicio público, es necesario que los políticos aprendan, investiguen, escuchen y se mantengan siempre innovando y desarrollando proyectos pero siempre con un fin: el bienestar de la ciudadanía.

“Buena parte del malestar que genera la política se debe precisamente a la impresión que ofrece de ser una actividad poco inteligente, de corto alcance, mera táctica oportunista. (…)”. También coincido con Innerarty, en que los ciudadanos nos damos cuenta de la falta de contenido. Sabemos que nos quieren vender imágenes cambiantes, sin fondo y efímeras.

Así que la respuesta es no, un político no debe trabajar su marca personal. Cuando los dirigentes se den cuenta de cuál es el verdadero foco de su trabajo, empezarán a proponer nuevas ideas para mejorar la sociedad. Y en vez de trabajar en su marca personal, el posicionamiento les llegará sin buscarlo, fruto de su esfuerzo por el bien común.

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